Las tarjetas revolving vuelven a ser parte de los hogares españoles pese a sus altos tipos de interés.
De hecho en el último mes han experimentado un aumento del 1,5% en su uso alcanzando así sus cifras prepandemia.
Un aumento del consumo tras la crisis sanitaria y lo que esto ha supuesto para la economía, junto con la creciente inflación las ha traído de vuelta.
Pero, ¿qué son las tarjetas revolving?
Este tipo de tarjetas tienen como principal característica el hecho de que pueden aplazar los plazos de pago para abonarlos en cuotas mensuales que crean intereses bastantes altos. Además, el saldo proporcionado por el propio usuario puede usarse como crédito
En definitiva, con este tipo de tarjetas, todas las compras que se realizan con ella quedan aplazadas de forma automática. De esta manera, el usuario realiza el pago de su compra en diferentes plazos. Una cifra que por supuesto, se ve aumentada por los altos intereses que genera esta operación.
El uso de estas tarjetas genera grandes reclamaciones a las entidades bancarias por sus altos intereses pero aun así, los clientes siguen usándolas como un método de pago en grandes superficies. Normalmente su funcionamiento es complejo y son muchos los usuarios que las contratan sin saber a qué se enfrentan.
De hecho, el Tribunal Supremo en marzo de 2020 ya estableció en su sentencia que este tipo de tarjetas acaban en manos de los usuarios más vulnerables.
Lo que provoca que no tengan otro tipo de financiación por su alto riesgo y se enfrentan a mayores tipos de intereses por parte de las entidades bancarias como parte de la amenaza que asumen.
Los préstamos al consumo
Por su parte, los préstamos tradicionales destinados al consumo también comienzan a recuperarse poco a poco, aunque están aún lejos de acercarse a las cifras prepandémicas.
Nos encontramos con cantidades prestadas por las entidades bancarias que alcanzan los 2.700 millones al final del ejercicio de mayo, un aumento del 8% frente al año anterior. No obstante, en febrero de 2020, este tipo de préstamos al consumo nos dejó cifras que alcanzaban los 3.137 millones de euros.
Una clara realidad de cómo estas operaciones comienzan a coger ritmo pero de forma paulatina.